El Plan Especial de Salvaguardia fomenta la conservación de los aires tradicionales del vallenato (paseo, merengue, son y puya), elementos que aun perviven en los viejos compositores e intérpretes de La Guajira.
Entrevista a Adrián Pablo Villamizar Zapata
¿Cómo nació la idea de patrimonializar la música vallenata tradicional ante la UNESCO?
La gesta de la patrimonialización de la música vallenata comenzó por una iniciativa mía, cuando investigué lo que había pasado con el carnaval de Barranquilla, la noticia de su declaratoria como patrimonio inmaterial de la humanidad, y una serie de conceptos que aquí no manejábamos. Por supuesto que hablábamos de la cultura, pero el concepto de patrimonio inmaterial y qué era la UNESCO constituían temas lejanos a nosotros.
Quise saber de qué se trataba esto para entender si el tema también correspondía con la situación actual de la música vallenata, basándome en algunas concepciones personales y cosas que veía que le estaban pasando a la música vallenata, que para mí eran amenazas para nuestro folclor. Entonces me trasladé a la Casa del Carnaval en Barrio Abajo, en Barranquilla, ciudad donde vivo junto a mi familia.
Estando en el sitio me llevaron al área de la biblioteca y me compartieron una revista de la Universidad del Norte en donde estaba publicado el Dossier, es decir, un expediente oficial que se hace, y que fue el que se le presentó a la UNESCO. Era el año 2008, de modo que no había la tecnología de los celulares, ni tampoco un escaner en el sitio, y, aunque sí podía fotocopiar las páginas, no me dejaban sacar la revista del lugar.
De modo que empecé a escribí notas de lo que iba leyendo, y me fui dando cuenta de que había algunos aspectos del Carnaval de Barranquilla que coincidían plenamente con el origen de la música vallenata en cuanto a la unión de las tres razas, o sea, la indígena, la africana y la europea, y los procesos sociales que se dieron alrededor del carnaval. Todo coincidía al punto de que me dije: “Si yo quito la palabra carnaval y la reemplazo por la palabra vallenato el argumento es prácticamente similar”. Ese fue el detonante.
Casa del Carnaval, en Barrio Abajo. Barranquilla, Atlántico.
Además, el Dossier indicaba que el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH, era el encargado de coordinar esas labores. Entonces me fui a internet, que, en aquel entonces, más que páginas web, facilitaba el contacto mediante correo electrónico, y les escribí solicitando información.
Al poco tiempo me respondieron que efectivamente ellos, junto a la comunidad de Barranquilla y otras comunidades, realizaron esas gestiones documentales en aquella ocasión, pero que en estos momentos el ente encargado era la dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura.
Le agradecí al ICANH por su ayuda y me dirigí a la página web de la UNESCO, de la cual descargué, en formato de Word, los requisitos de postulación como patrimonio inmaterial. Todo estaba en inglés y francés. Además de ello, constituí por aquel entonces un grupo en Facebook llamado El Canto Vallenato: Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, eso ocurrió el 12 de diciembre de 2008, pues yo ya estaba elucubrando el asunto.
¿En quiénes se apoyó para impulsar la patrimonialización de la música vallenata tradicional?
Al año siguiente viajé a Valledupar para participar en el Festival de la Leyenda Vallenata. Resulta que soy muy de la casa del maestro Santander Durán Escalona, gracias a que él y mi padre fueron grandes amigos, así como mis hermanos y yo lo somos ahora de El Pibe Durán, Estelita, su esposo y todos ellos.
Entonces nos reunimos y les dije: “Ya que ustedes están inmersos en la gestión cultural y diversos procesos con relación al vallenato, las rutas turísticas de esta música, y demás, quiero comentarles que estuve indagando en la página web de la UNESCO sobre la documentación que se exige para postular la patrimonialización del vallenato tradicional, así que aquí están los formatos”. Y se los entregué en físico en la mesa de la cocina, donde ellos acostumbran almorzar.
-Gracias, Adrián -contestaron-. Nosotros le vamos a pegar una leída-.
Allí estaba presente la vieja Abi, hermana de Rafael Escalona, a quien le canté la canción con la que pensaba participar en el festival vallenato. Y, aunque en el concurso quedé finalista, a ella mi canción le gustó tanto que decía que yo era el mejor compositor que se presentó.
Parque de la Leyenda Vallenata, lugar donde, desde 2004, se realiza el Festival de la Leyenda Vallenata. Valledupar, Cesar.
Por su parte, los miembros de esa casa, junto a otros gestores, habían organizado un grupo de trabajo denominado Clúster de la Cultura y la Música Vallenata, que consiste en asociaciones para hacer más eficiente la búsqueda y la utilización de insumos para la producción, en este caso, de bienes culturales, y ellos estaban trabajando con fundaciones de músicos, hotelería, y todo aquello que puede concitar en esa región el tema de la música como fuente de ingresos directos o indirectos.
Un año después de mi visita, el Clúster había entrado en comunicación con el Ministerio de Cultura, que tenía un presupuesto de mil millones para apoyarlos con cuatro proyectos. El Clúster ya había presentado tres y faltaba uno. Entonces se les prendió la chispa y concluyeron que el cuarto proyecto sería la gestión de patrimonialización de la música vallenata, ya que para ello se necesita hacer un gran esfuerzo e implementar una metodología.
El Plan Especial de Salvaguardia fomenta la conservación de los aires tradicionales del vallenato (paseo, merengue, son y puya), elementos que aún perviven en los viejos compositores e intérpretes de La Guajira.
El ministerio envió a un representante a Valledupar, llamado Patrick Morales Thomas, y las partes interesadas se reunieron en una asamblea a la que asistieron compositores, músicos, las asociaciones, los habladores de paja, en fin… Y en esa asamblea, los representantes del Festival de la Leyenda Vallenata, que era parte del Clúster en aquel año, solicitaron la patrimonialización del Festival.
El señor Morales les indicó que, aunque sí se puede patrimonializar una festividad, no se puede hacer lo mismo con un evento comercial como lo es el festival vallenato, que corresponde a una fiesta privada que se hace en un momento del año, y que no está abierta al público, sino que cobran la entrada, y que, por tanto, el festival vallenato no corresponde al concepto de patrimonio inmaterial sino al de un evento privado. En cambio, la música vallenata sí es afín al concepto.
Patrick Morales Thomas, antropólogo, con doctorado en Antropología Social.
En ese momento otros miembros del Clúster levantaron la mano, y dijeron: “Nosotros proponemos, desde el Clúster, impulsar la patrimonialización de la música vallenata. Aquí tenemos los requisitos que se piden, y ya estamos haciendo los estudios, ya hablamos con el ministerio. Es por ello que proponemos que uno de esos proyectos para el ministerio sea la patrimonialización”. La asamblea estuvo de acuerdo, aplaudieron, y el Clúster quedó como la cabeza visible de ese proceso.
¿Cuándo iniciaron las gestiones oficiales?
Luego de la visita del delegado del ministerio, los grupos interesados en apoyar el proyecto realizaron dos reuniones para ponerse de acuerdo en la ruta de trabajo. Entre los gestores se hallaba un representante de una asociación de compositores, un señor del sector educativo que tenía avances afines a la idea, la familia Durán Escalona y un representante del Festival de la Leyenda Vallenata.
Este último trató de imponer su voluntad por encima del colectivo, pero, al no lograrlo, se retiró, lo que provocó que la asamblea no tuviera el quorum para avanzar en el proceso, pues debía contar con cinco miembros. Entonces uno de los integrantes dijo: “¿Y si llamamos a Adrián?”.
Otro le contestó: “Sí, llamémoslo. Él fue el de la idea, es compositor, tiene bagaje cultural, y además es un representante de la manifestación”. Entonces los demás estuvieron de acuerdo en incluirme en el comité y me convocaron a una reunión que tendríamos con la ministra de cultura Paula Marcela Moreno Zapata en Valledupar, en un almuerzo de trabajo con el Clúster de la Cultura y la Música Vallenata..
Paula Marcela Moreno Zapata, ministra de cultura en aquel entonces.
Además, me indicaron que en ese almuerzo se le iban a presentar a la ministra los cuatro proyectos del Clúster, lo que incluía el proyecto sobre la patrimonialización de la música vallenata. Me dijeron: “Queremos que seas tú el que exponga ante el público y la ministra porqué razón la música vallenata debe ser patrimonializada. Pero hay un problema: no te puedes extender mucho, pues el protocolo dice que solo deben ser cinco minutos, y tú tiendes a explicar con mucha profundidad”. Era martes, y la reunión sería el sábado a mediodía.
¿Cómo fue la reunión con la ministra de cultura Moreno Zapata en Valledupar?
Al día siguiente por la noche, después de pasar el día montando diapositivas y textos en PowerPoint, renuncié a ese método, pues en cinco minutos no sería capaz de explicar tanta información crucial, compleja e histórica, para el proceso.
La síntesis no es mi fuerte. Entonces renuncié a las diapositivas y tomé mi guitarra, y en un ritmo de merengue, en décima, como hacía Carlos Huertas, con un corito provocador, compuse cuatro estrofas. Titulé a esta canción Si no se canta se olvida.
Coro
El canto vallenato es testimonio
De las costumbres sanas de mi pueblo,
Por eso es que debemos protegerlo,
Pa que sea del planeta el patrimonio.
Estrofa I
Cada vez que muere un viejo…
Cada vez que muere un viejo
Se va con él la memoria
De magnificas historias
Llenas de canto y gracejo.
Me niego a mirar de lejos
Como se apaga una vida,
Llevándose en su partida
El patrimonio de un pueblo.
Yo aprendí con los abuelos:
“Si no se canta se olvida”.
Coro
El canto vallenato es testimonio
De las costumbres sanas de mi pueblo,
Por eso es que debemos protegerlo,
Pa que sea del planeta el patrimonio.
Y así fue. ¡Hubo muchos aplausos! La ministra quedó encantada. Le expliqué más razones y, posteriormente, en 2013, la música vallenata fue incluída en la lista del patrimonio inmaterial de Colombia por el Ministerio de Cultura. Esta victoria fue fundamental para que la UNESCO declarara a la música vallenato patrimonio inmaterial de la humanidad en 2015.
En primer plano, los compositores Adrián Pablo Villamizar Zapata, de camisa amarilla, junto a Roberto Calderón Cujia, de negro, a punto de realizar sus ponencias, mientras escuchan la intervención del maestro Rosendo Romero Ospino, en el marco del taller Fortalecimiento de los Conocimientos en las Escuelas de Música Vallenata Tradicional organizado por la Corporación Preservar, dentro del cumplimiento del P.E.S. Vallenato y con el apoyo del Ministerio de Cultura, en diciembre de 2022. Villanueva, La Guajira.
Para finalizar dejo la última estrofa de la canción, como recordatorio de la importancia de la conservación de la música vallenata tradicional del caribe colombiano.
Estrofa IV
Canto lo que me contaron
Con los cantos que aprendí,
Y los quiero repetir
Para los que no escucharon,
Porque andaban preocupados
Buscando sacar partida,
Y a esta música querida
Le cambiaron el sentido.
Y es por eso que les digo:
“Si no se canta se olvida”.
Coordinación: Carlos Yesid Lizarazo.
Investigación y textos: Daniel Pedrozo Payares.
Se evidencia la importancia de la música vallenata tradicional en el forjamiento de la identidad cultural del Caribe colombiano, una vasta región poblada de juglares, poetas, músicos, literatos, cantadores y contadores de historias. Esta música, sin embargo, ha sufrido un proceso de descontextualización y de arrinconamiento que la ha llevado a disminuir paulatinamente su espontaneidad, su aparición en los espacios familiares y comunitarios tradicionales y, sobretodo, su permanencia en la memoria de las nuevas generaciones de pobladores de la región. Igualmente, algunas de las funciones sociales que cumplía la música vallenata tradicional han perdido validez y posición en la vida cotidiana, debido en parte a la entrada de medios de comunicación masiva que han penetrado todos los rincones de la región, reemplazando a los periódicos cantados que solían llevar los juglares a los campesinos ansiosos de noticias de otros pueblos.
Al norte de la República de Colombia existe un extenso territorio lleno de magia y de leyendas, una geografía maravillosa en donde todos los días la realidad desborda y supera a la más creativa de las fantasías. Es el reino de los grandes narradores orales: la Región Caribe colombiana. Su paisaje corresponde a una inmensa llanura, en la que se concentran todos los ecosistemas tropicales, enmarcada, en su parte norte, por el verde azul del mar Caribe y cerrada, al sur, por las últimas estribaciones de la cordillera de Los Andes.
Este territorio ofrece un escenario lleno de verdor, biodiversidad y paisajes, que van desde la línea costera del mar Caribe hasta el desierto de la península Guajira; desde las sabanas cubiertas de pastos naturales a las cordilleras con sus paisajes de altura y las grandes planicies agrícolas, las selvas impenetrables y los ríos inmensos con extensas zonas inundables y grandes ciénagas, donde muestra su imponencia la Sierra Nevada de Santa Marta –declarada Reserva de la Biósfera por la UNESCO en 1979– alzada como una gigantesca pirámide triangular desde el nivel del mar hasta los 5.800 metros de altitud.
La región geográfica en donde se presenta la manifestación de la música Vallenata tradicional está enmarcada al norte por el litoral Caribe desde la zona de encuentro con la Ciénaga Grande, continúa por la línea costera hacia el noreste por las playas de la Sierra Nevada de Santa Marta hasta la desembocadura del río Ranchería en la península Guajira. Sigue en forma ascendente por el cauce de este río en dirección sur – suroeste, hasta el acceso norte del inmenso valle de los ríos Ranchería y Cesar.