¿ESTE VIAJE TIENE FIN?


AL PARECER UNA PARTE DE CUBA REPOSA EN LA GUAJIRA


Imagen 1. Acta de casamiento entre Nandito el Cubano y Elena Mendoza, en Marocazo, zona rural de San Juan Del Cesar en la Sierra de la Nevada.

Llegó sin avisar

Tengo 20 años, pero he escuchado el nombre de Nandito el Cubano más veces de lo que mis abuelos lo han hecho. Es curioso, porque fui criada en el mismo pueblo y con las mismas costumbres de ellos, y se supondría que serían ellos quienes tendrían historias que contarme a mí. Pero bueno, no fue así… Hace unos 5 años conocí a Luis Figueroa, nieto de Colacho Mendoza, de quien escuché por primera vez el nombre de Nandito el Cubano. Lo primero que se me vino a la mente fue, “seguramente se llama Hernando” relacionando el nombre del reconocido compositor sanjuanero Hernando “Nando” Marín, y lo segundo que imaginé fue “Seguramente tenía familia cubana”, ¿Qué tal real era eso que imaginaba? No lo sabía. Luis es un apasionado del acordeón, y durante algunos meses me enseñó a tocar. Fue a través de esa relación de aprendizaje que me compartió la raíz de su conocimiento sobre el acordeón. Me contó que Nandito le enseñó a tocar a su bisabuelo y que luego este le enseñó a Colacho, su abuelo. Luis me cuenta que Colacho no solo heredó técnicas fonéticas, sino que también creo un estilo más pesado y complejo. Cuando Colacho conoció a Nandito, tenía 10 años, mientras que Nandito ya era un hombre de 90 años, al que apodaba “El Arrugao”, debido a su avanzada edad. A pesar de tener 21 años Luis sabe más del Cubano que mis abuelos, algo que se le atribuye a su conexión familiar directa con esta tradición musical.

También una parte de La Guajira reposa en Cuba debido a que los pobladores precolombinos de la isla, los indios Siboney, pertenecientes a la etnia Taína, son primos maternos los indígenas Wayuu, habitantes ancestrales de nuestra península, ambos grupos pertenecientes a la familia Arawak. Bohío, jagüey, maíz, hamaca, yuca, son algunas de las palabras que unen a estas dos ancestrales naciones y eso de alguna
manera, anticipa esta hermandad musical que intentaré develar. Con los párrafos anteriores quiero evidenciar la ausencia de Nandito el Cubano en la memoria de los pueblos, donde, en algunas mentes más nubladas que otras, persisten recuerdos de este personaje, tan relevante como Francisco el Hombre en la música nata del valle.

Los Nanditólogos están dispersos, les ha costado hacer causa común y cada uno de ellos pareciera tener distintos intereses además de un celo profundo por lo que han logrado averiguar. Comenta uno de ellos, el Dr. Adrián P. Villamizar:

“La construcción de un relato histórico solo a base de testimonios orales es más un ejercicio romántico que el de una estricta investigación. Uno se guía a veces por la emoción que le produce la singularidad del tema: un campesino cubano en las Sabanas de Manuela a comienzos del siglo XX suena tan exótico como un rapero en una aldea Amish. Uno va, pregunta, fotografía, escucha e imagina. Los datos que algunos dan por fehacientes, a veces no lo son y los puntos fijos en el pasado tienden a moverse cuando se los intenta observar, en un principio relativista como el experimento cuántico de la doble ranura. Llega uno a pensar que los vacíos de la memoria son hermosos porque se llenan de maravillosa imaginación en una gigantesca colcha de retazos de la historia, que se asumen con respeto en la medida de que se hacen verosímiles por procesos deductivos”.

A continuación, se presentarán testimonios de familiares, amigos e investigadores que nos contarán anécdotas, canciones y contextos históricos, con el fin de acercarnos a este ser olvidado, que muchos
aseguran sigue presente en las notas de los acordeones actuales. Antes de ello conozcamos algo de la influencia cubana en la música latinoamericana.

¿América es musicalmente cubana?

Cuba tiene un papel importante en la música del continente americano al ser un punto de convergencia de diversas influencias culturales: africanas, españolas y caribeñas. Esta riqueza cultural ha permitido que la música cubana sea muy versátil y adaptable, influyendo sobre muchos otros estilos musicales en América latina como el tango y la milonga en Argentina y Uruguay, la cumbia en Colombia y el merengue en República Dominicana, etc. (Lizka, M. 2017).

Un ejemplo de esta influencia es el de la Habanera sobre la Milonga. La habanera es un género musical cubano originado en la primera mitad del siglo XIX, es una danza lenta y cantada que combina influencias africanas y españolas. La habanera se caracteriza por su ritmo sincopado y su compás de 2/4 o 4/4 (Yaujar, G. 2019).

La Milonga, originada en Argentina y Uruguay, es un género musical y de danza que refleja la vida y costumbres de los guachos. La influencia de la habanera en la milonga se evidencia el uso de frases melódicas cortas y repetitivas, así como la instrumentación, que incluye piano y guitarra (García, O.& Azcoga, L. 2024).

El ejemplo anterior es una muestra de la semilla germinada cubana injertada en un ritmo propio de otro país. Con la llegada del cubano a la península de La Guajira más que un hombre intentado huir de la realidad de su país, llegó un resultado de las tradiciones culturales de su tierra…

Adrián Villamizar nos dice al respecto que está plenamente comprobado que grupos de campesinos cubanos se establecieron a comienzos del siglo XX en zonas circundantes a los Montes de María, San Cayetano, San Basilio, Mahates, María La Baja y otras poblaciones en donde se desarrollaron cultivos de tabaco y caña de azúcar de los cuales eran expertos. En su estadía intercambiaron música y genética principalmente con los afrodescendientes locales y la cadencia musical sonera alcanzó los cantos de Palomas, Bullerengues y Chalupas. Hoy en día sus descendientes integran los conjuntos del son palenquero como el Sexteto Tabalá y otros han sido ungidos en la cofradía “Batata” como excelsos tamboreros.

Tal vez Nandito hizo parte de esas diásporas cubanas como las que llegaron al departamento de Bolívar, pero envés de desembarcar en Cartagena, desembarcó en Riohacha.

Origen y Destino

Fernando Prestúfero Rivero Bautista “Nandito el Cubano”, nació en Manzanillo, Cuba, capital de la Provincia de Granma en 1878, en el hogar de Andrés Rivero Ospino y Vicenta Bautista. Eso está claro en la lectura hermenéutica del acta de casamiento entre él y Elena Mendoza, en Marocazo, zona rural de San Juan Del Cesar en la Sierra de la Nevada.

Según el testimonio de Fernanda Daza (nieta) citada por Julio Oñate Martínez en su ensayo sobre el tema de Nandito, tras la devastación causada por la independencia cubana, en 1898, salió de su tierra natal en compañía de sus hermanos Pedro Antonio, Manuel Andrés, Salvador Hipólito, Andrés, Rafaela, Juana y Paula y de su hijo de 8 años, con destino a Riohacha, Colombia, pasando por Coro en Venezuela (Oñate, J. 2022).

Salió de su tierra en medio de un conflicto armado y llegó a Colombia que se desangraba en la Guerra de los Mil Días. Los coletazos de este conflicto terminaron un día en el fuelle del cubano, haciéndose merengue vallenato.

Imagen 2. Andrés Vanegas “Vanegón” Nieto de Nandito el Cubano en el acordeón y a su izquierda Chombe Pitre. Fuente: Equipo de grabación Fundación Subliminal.

José Nicolas Daza Maestre, abogado caracolicero, tal vez el Nanditólogo más informado de todos, afirma que estos campesinos cubanos se instalaron iniciaron su gesta familiar en unos terrenos baldíos en la zona rural de lo que hoy es Barbacoas al sur de Riohacha. A ese territorio lo llamaron “Cuba”.

Nos dijo José Nicolás que los ancianos de su pueblo, cuando él era niño, le contaban que “El Cubano” primero vivía en unas tierras entre Tomarrazón (Treinta) y Barbacoas que le llamaban Cuba. Y que él llegaba a Caracolí por asuntos de comercio en su arria de burros y mulos y que allí tocando su acordeón conoció a Elena quien más tarde sería su esposa. A raíz de un conflicto por la posesión de los terrenos donde vivía tuvo que Salir huyendo de noche porque en una manguala entre sus hermanos y sobrinos, lo iban a matar y vino a templar a Caracolí estableciéndose en una finca en Cascajalito y otra más cercana a Caracolí. Cambió su orientación comercial y ya no surtió de productos de pan coger a Riohacha a través de los acopios en Barbacoas y El Abra y fue entonces Fonseca y en ocasiones San Juan Del Cesar, quienes recibían la visita comercial y musical de Nandito El Cubano.

En 1907, se casó con Elena Mendoza, tía del reconocido acordeonero y segundo rey vallenato en el año 1969, Nicolas Elías “Colacho” Mendoza. Con Elena tuvo tres hijas: Rafaela, Dilia y Casimira. Además, tuvo otros hijos con diferentes mujeres: con Eufemia Mindiola tuvo a: Antonio (quien siempre vistió de blanco) Reginaldo y Eladio; y con Guillermina, Leonarda, Virginia y Graciela.

Nicolas “La Chonta” Mindiola Toro: “Tuvo Adilia, Rafaela, Casimira, Rosa Santa, Ufelia, Sofía, Leonardo, Campo Elía, Antonio. De esos recordamos nosotros”.

Nandito combinaba su talento musical con actividades agrícolas y ganaderas en Caracolí, La Guajira. Cultivaba productos de pan coger y comercializaba pan, miel, panela, ron artesanal y materiales de construcción, como la palma, por toda la región.

Nicolas “La Chonta” Mindiola Toro: “Él era agricultor, el oficio de él era cortar palma para vender, llevaba a San Juan. Nandito se llevaba su acordeón para tocar porque el paraba de una parte pa’ otra”.

La Ruta entre las Sabanas de Manuela y Fonseca ha sido siempre más expedita que la de esta y el Municipio de San Juan a orillas de El Cesar. En su camino se encuentran poblados que han planteado tradiciones musicales que han enriquecido la música subregional como Chorreras y Distracción.

Imagen 3. Imagen satelital del Sur de La Guajira, cabecera municipal Fonseca, Distracción, corregimientos de ambos y de San Juan de Cesar. Fuente: Mapa de google.

Su tumba está perdida en el cementerio de Caracolí y ese extravío del lugar exacto es un síntoma común de las memorias de todos los venerables maestros de la cultura popular del Caribe cuando por distintas dinámicas de la sociedad, su legado va perdiendo vigencia en el imaginario popular.

La tradición oral va diluyéndose con el paso del tiempo y es tan frágil que un estudio de la Universidad del Norte de Colorado (UNC) y la de Pittsburgh en Johnstown (UPJ) publicado en la revista Nature (“Comparative analysis of vocal repertoires in parrots” Leer Documento) nos ilustra sobre la capacidad de loros y cacatúas en aprender palabras humanas y usarlas en sus respectivos contextos. Uno de sus investigadores la Dra. Christine Dahlin afirma que, si el humano desapareciera del planeta, la siguiente generación de loros aprendería solo el 40% de lo que sus padres aprendieron y en aproximadamente 120 años se extinguiría con estos pájaros la última palabra humana.

Esto nos sirve de termómetro para darnos cuenta de la fragilidad de la memoria colectiva sostenida tan solo por la oralidad primaria cuando no existen acciones concretas bien sea por cultura nativa como los griots africanos o por iniciativa de gobiernos que fomenten la preservación de relatos y el registro de los mismos.

Los vacíos de la historia se irán reparando con diferentes tejidos de oralidad y de la verosimilitud de ellos dependerá cuanto podrán arraigarse en el imaginario colectivo el cual, al menos en nuestros territorios, es proclive a abrazar la épica por encima de la sensatez.

El pasar del tiempo y el arraigo entre los habitantes del territorio dará por hecho la cola de relatos y afirmaciones que sobrevivieron y otra historia se guardará en la identidad cultural y las pinturas, cantos y esculturas recordarán, por ejemplo, como Bolívar cruzó los Andes imponentes, a lomo de un brioso caballo blanco, cuando se sabe que solo los mulos resisten alturas como la de Pisba y el general, al parecer iba enfermo y en hamaca, llevado por 2 soldados, igualito a cómo llegó Nandito “El Cubano” a Fonseca cuando estaba muy enfermo, según nos lo contó el maestro Hugues Peñaranda (90 años).

Imagen 4. Nicolas “La Chonta” y Rita Encarnación Mindiola Toro, nietos de Nandito. Fuente: María Rosa Mendoza Rincones. (Visita).

Imagen 5. Hugues Peñaranda. Fuente: Equipo de grabación Fundación Subliminal.

Imagen 6. Adrián Pablo Villamizar Zapata “El Ángel Bohemio”. Fuente: Equipo de grabación Alma Parrandera [Youtube].

El Cubano Vallenato

Testimonio de Rita: “ponía al acordeón que dijera panela, panela. Y así decía él en el acordeón, panela, porque así salía la nota”.

La historia del acordeón diatónico en el continente americano sigue un patrón de inserción cultural muy similar desde el delta del Mississippi hasta el Río De La Plata, descendiendo de los barcos de vapor a mediados del siglo XIX en manos de marineros, comerciantes y religiosos quienes los cambiaron de mano con los criollos e indígenas para que cumplieran distintas funciones sociales, lúdicas, festivas o religiosas. En todos esos casos quienes trajeron el fuelle sonoro, trajeron con él también las melodías que en la Europa de entonces eran más populares: polkas, minués, valses, mazurkas y danzas, por mencionar los más conocidos. Estos aires se encontraron con las músicas locales en cada país y en un romance de intercambios melódicos y rítmicos, dieron origen a evoluciones de la música local y a nuevas músicas populares.

La Melcocha es a su vez una fiesta, un ritmo y el nombre de una agrupación, asociada a las zafras de caña de azúcar, en su natal región del suroriente de Cuba. Sus influencias debieron por simple novedad, revolucionar el sonar de la música de acordeón de antaño, en los albores el vallenato con un estilo aprendido en Manzanillo, el cual adaptó posteriormente al ritmo local de la Provincia de Padilla. Según Colacho Mendoza, Nandito amplió el espectro melódico del acordeón en Caracolí, dejando un legado que influiría en músicos como en él y su hijo Wilbert Mendoza.

En la isla de Cuba la presencia del acordeón se fue diluyendo por las dinámicas de las grandes agrupaciones bailables que privilegiaron el sonido de metales. Esto llevó a que algunos investigadores musicales sentenciaran que en la isla de Cuba el acordeón no dejó descendencia. Sin embargo, la presencia en la memoria de nuestra provincia de un cubano acordeonero dejaba serias dudas sobre el silencio de este instrumento en la mayor de las Antillas. Fue así como descubrí, por medio de la incansable búsqueda del médico Adrián Villamizar que, en efecto, la música de acordeón estaba presente en el territorio donde vivió y creció Nandito Rivero. En la vereda Guasimal, de Manzanillo, la familia Escalona Rodríguez es la detentora de una tradición que hoy en día tiene unos 150 años y que se conoce como “La Melcocha”.

El aire musical que toca “La Melcocha” en el documental anterior tiene más conexión con el pambiche dominicano que con el son tradicional de Cuba. Cuando Nandito y sus familiares comenzaron a labrar la tierra por la zona rural del sur de Riohacha, entre Tomarrazón y Barbacoas, tuvo intercambios musicales con juglares de la primera generación como los describió la taxonomía de Gutiérrez Hinojosa, en su libro Cultura vallenata: origen, teoría y pruebas (1992), primer gran tratado de la vallenatología posterior al recordado texto de Consuelo Araujo. En su andar y descansos se encontró con algunos de ellos mayores que él como Goyo Sierra de Dibuya y Francisco Moscote y menores como Luis Pitre.

Imagen 7. Libro Cultura vallenata: origen, teoría y pruebas (1992). Fuente: Tomas Darío Gutiérrez Hinojosa.

“En un reportaje radial en Guatapurí por el año 1972, la Cacica le preguntó a “Colacho” que de donde le veía a él esa nota repicada tan particular que él tenía en su acordeón y él le respondió que, de su papá, Julio Mendoza quien aprendió de Nandito El Cubano”.

Imagen 8. Colacho Mendoza y Consuelo Araujo. Fuente: Archivo personal Colacho Mendoza.

Adrián Villamizar, en uno de sus aportes, comenta que su estilo ya estaba desarrollado desde Cuba, y que su impacto fue tan grande que incluso inspiró a Luis Pitre a aprender a tocar acordeón. La influencia de Nandito persiste en las raíces del vallenato, como lo demuestra la canción Tierra de Cantores de Carlos Huertas:

“Los músicos y pioneros

De este folclor provinciano

Entre ellos Juan Solano

Como uno de los primeros

Le sigue Hernando Rivero

Luis Pinto y Natalio Ariza

Autor de la vieja Nicha

Famosa en el tiempo aquel

Lo dice Cuello Manuel

Que es un hombre costumbrista”.

Mario Puello, investigador y locutor, resalta el aporte cultural de Nandito como un maestro que revolucionó la ejecución del acordeón en la región. Puello recuerda que conoció a Diosa Peñaranda, nieta de Nandito, quien le relató anécdotas de su abuelo y cómo su influencia se transmitió en la región: “Diosa vendía agua en Riohacha y solía contarme sobre la travesía de su abuelo entre Cuba, Riohacha y Caracolí. Aunque su memoria era vaga, recordaba que era un hombre diestro en el acordeón, cuyos aportes se trasladaron a generaciones posteriores”.

Nandito y Francisco ¿El diablo y el Hombre? O ¿Los hombres? Rita Encarnación Mindiola Toro, nieta, dice que: “Una señora de Galán me contó que el verdadero duelo fue entre Nandito y el Diablo”. Lo que abre la puerta a una interpretación diferente de la leyenda.

Existen testimonios que sugieren que Nandito el Cubano se enfrentó al diablo, pero la leyenda cuenta que fue Francisco Moscote Guerra, “El Hombre”, quién se convirtió en una figura mítica dentro de la tradición vallenata. Sin embargo, más allá de las disputas sobre quien fue realmente su rival, lo que parece claro es que el “El Diablo” en estas historias no era otro que Luis Pitre, según algunos relatos.

Rita Encarnación Mindiola Toro, nieta: “Una señora de Galán me contó que el verdadero duelo fue entre Nandito y el Diablo”.

Adrián Villamizar, investigador, señala que, Si el hombre desde un comienzo se hizo notar por su destreza y habilidad con el acordeón, no hay dudas que cuando llegó ya dominaba el instrumento, de otra manera las tradiciones orales en Tomarrazón (Treinta) y Barbacoas no habrían dado el testimonio de haber vencido en varias ocasiones al mítico Francisco Moscote en los albores del siglo XX cuando “El Hombre” de la inmortal leyenda, todavía estaba en plenitud de facultades.

Puello agrega que, en la región sur del departamento, se documentan duelos entre Francisco y otros músicos, y algunos testimonios sugieren que el encuentro con el diablo en realidad fue con Luis pitre, quien, según estos relatos, fue quien verdaderamente derrotó a Francisco.

Imagen 9. José Nicolás Daza Maestre, abogado e investigador nacido en Caracola corregimiento de San Juan del Cesar ya actualmente vive en Riohacha. Se le considera el más conocedor y celoso portador de la memoria de Nandito. Fuente: Archivo personal José Nicolás Daza Maestre.

Los Nanditólogos de marras, entre ellos el Doctor José Nicolas Daza, abogado oriundo de Caracolí contó que el verdadero diablo de Francisco fue Nandito (38 años menor que Moscote). Cuenta el Doctor Daza que Francisco Moscote no pudo con la habilidad interpretativa del cubano ya firma, como varios descendientes, que el verdadero “Diablo” de la Leyenda no fue otro que el oriundo de Manzanillo. Idéntico relato existe entre los descendientes de Luis Pitre y no menos ocurre con los atanqueros quienes aún recuerdan la una supuesta paliza que Francisco “El Hombre” sufrió en la población serrana a manos de Abraham Luquez.

La hermosura de la tradición oral se refleja en la anécdota que nos contó a continuación. Dijo Daza Maestre que en una noche de tormenta eléctrica en Tomarrazón, Nandito y Francisco se trenzaron hasta las trompadas luego de un duelo de versos. Se agarraron al pie de un árbol a unos metros de la casa donde estaban. La gente se asomó hasta el zaguán y por las ventanas mientras los juglares voleaban trompadas en medio del vendaval. Ambos se estaban dando duro y entre los relámpagos se podían apreciar sus figuras, el local delgado y alto y el cubano retacón y musculoso. La gente creyó que quien estaba arriba dando golpes era Francisco y gritaban: “¡dale duro a ese cubano alzao, jódelo, Franco!”.

En una de esas el relampaguear se sostuvo en la noche como unos 6 segundos lo que le permitió a la platea ver la realidad y era que quien estaba incrustado en el fango era el local y que Nandito lo estaba masacrando. La turba enardecida se abalanzó sobre el cubano y este huyó hacia su caballo quien estaba amarrado a pocos metros de distancia.

Aquí se inicia otro relato y es el de la relación estrecha entre Fernando Rivero y su caballo “Arrancarai”. Continúa José Nicolas diciendo que su caballo se hizo tan famoso como el cubano ya que le servía de vía de escape urgente a más de una trifulca en donde se vio involucrado. Su fama de trompeador iba a la par con su juglaría y en más de una ocasión era retado por personajes de las distintas poblaciones a liarse a golpes en juegos de apuestas, en otras las riñas eran resultado natural de aquella rara y errante forma de ser. Por eso Nandito tenía adiestrado a su corcel y cada vez que llegaba a un sitio donde no tenía la suficiente confianza y tranquilidad, amarraba a su caballo en estratégicas posiciones que le facilitaran montarlo de un salto.

Nandito era un hombre negro, rudo, musculoso de rostro recio y medianaa baja estatura. Su caballo lo amarraba entonces no a postes, árboles ni a horcones si no a arbustos. Cuando el cubano saltaba sobre su caballo y le gritaba, el animal se lanzaba en veloz carrera arrancando de cuajo al arbusto en donde estuviera amarrado, lo que le daba una amplia ventaja en la huida.

Un testimonio de esta habilidad en los puños nos la transmite Don Jesús Suarez Giovanetti (San Juan Del Cesar) quien afirma que su tío bisabuelo, conocido como “El Negro Macú” era un boxeador invencible en aquella región en los albores del siglo XX. Era el crédito local que se enfrentaba con éxito a los rivales en ferias y fiestas patronales que se hacían en el sur de la Provincia. Cuenta “Jesú” que una tarde en que Nandito visitaba San Juan.

Imagen 10. Jesús Suárez Giovanetti. Fuente: Archivo personal Jesús Suárez Giovanetti.

Cuenta “jesu” que una tarde, cuando el Negro Macú, su madre y su hermana María de la Cruz (conocida como Macú), provenientes de Campo de la Cruz, Atlántico, residenciados en San Juan, la madre fue a sonsacar a Nandito para que aceptara un combate con su hijo. José Nicolás Daza, quien también conoció del hecho, afirma que el cubano se rehusó inicialmente y al ver el tono desafiante de Mamavisa, le dijo: “Si usted no quiere enterrar a su hijo, déjeme tranquilo, que debo salir temprano para Caracolí“.

Salió ella de inmediato para su casa y medio San Juan se dirigió hacia el lugar en donde acampaba el juglar y tocaba su acordeón. Cuando llegó el gentío, los que estaban en la parranda se abrieron y dejaron solo a Nandito, unos 15 años mayor que aquel formidable joven, alto y corpulento. Nandito volvió a recordarle a Mamavisa su letal advertencia y cuando estaban en plena discusión y mientras las personas cuadraban sus apuestas, el cubano le dio un “alrrevé” (golpe seco conel filo del borde cubital de la mano) en el caracol del oído al Negro Macú, derrumbándose como castillo de naipes en el suelo arenoso del pueblo de San Juan Bautista.

En Octubre de 2011, la Fundación Subliminal de Bogotá, en alianza con la Gobernación del Cesar, llevó a cabo una investigación financiada con recursos de esta última. El estudio se enfocó en aspectos relacionados con la juglaría en los departamentos de La Guajira y el Cesar. Uno de los temas centrales de la investigación fue la figura de Nnadito el Cubano.

El proyecto fue dirigido por Carlos Hoyos Buchelli, mientras que Adrián Villamizar participó como investigador en la realización del documental. Durante el proceso, visitamos Caracolí, donde encontramos a Naro Gonzales, un abuelo octogenario y nieto de Fernaodo Rivero Bautista.

Naro compartió parates de la historia que conoce sobre su abuelo. En uno de sus aportes anecdóticos contó lo siguiente:

“Es que el diablo que le sale a Francisco el Hombre es el mismo Nandito. Y ahí es donde sale la leyenda. Ya le dije. Pero Francisco el Hombre le echaba al revés”.

Imagen 11. Naro Gonzales, nieto de Nandito el Cubano. Fuente: Equipo de grabación Fundación Subliminal.

Así, independientemente de si el rival fue Francisco o Nandito del diablo, estas anécdotas han de demostrar la importancia que tuvo Nandito en esta época, convirtiéndose en un adversario capaz de cambiar el mito de Francisco el Hombre.

El Cubano y su influencia musical

El negrito que encantó al negro

Imagen 12. Chombe Pitre, sobrino nieto de Luis Pitre. Fuente: Equipo de grabación Fundación Subliminal.

Chombe Pitre en un encuentro con Carlos Hoyos Bucheli le cuenta:

Mira ve, eso fue cuando Luis Pitre y sus hermanos estaban en la banda municipal de Fonseca. En esa época eran muchachos, jovencitos y los invitaron a Barrancas para una fiesta de la Virgen, Pitre tendría como 16 años, imagínate. Bueno, salieron en grupo y, llegando al pueblo, vieron la procesión de la Virgen, Ahí iban, con toda la devoción del mundo, cargándola imagen. Pero detrás de la Virgen, lo que más les llamó la atención fue lo que iba encima de un taburete. Cuatro hombres llevaban un negrito chiquito, sentado, tocando un acordeón como si fuera cosa de otro mundo, como si fuera un santo más.

Luis, preguntón como siempre, dice:

Bueno, ¿y ese quién e? el que ta tocando allárriba?

Uno por allá responde:

Ese es el Cubano, el famoso Cubano.

Y ahí mismito, sin pensarlo Luis suelta: El año que bien, el que va tocá ahí montao soy yo.

Pasaron los días de fiesta y volvieron a Fonseca. Para entonces, Luis trabajaba en el almacén de Donato Anicharico, ayudándole con las ventas Donato tenía todo en su tienda, desde alambre de púa hasta instrumentos musicales. Era una miscelánea completa, como se decía en aquellos tiempos. Resulta y pasa que Donato le debía una plata a Luis y Luis, fue a cobrarle, pero no en efectivo, así que le dijo a Donato.

Donato, déjeme ese acordeón italiano que tiene ahí colgao, y quedamos paz y salvo.

Y así fue como Luis, con apenas 16 años, agarró por primera vez un acordeón. Desde ese momento, no hubo un día en que no se inspirara en el cubano. Se puso a tocar como si le fuera la vida en ello, pero eso era lo que hacía el cubano, inspirar.

Lo que se hereda no se hurta

Freddy Carrillo “Calencho” es un reconocido compositor nacido en Chorreras corregimiento de Distracción, La Guajira quien es muy querido en toda la región y se le recuerda por sus canciones vallenatas y tropicales de aire fiestero, jocosas como “La Estapá” que grabara el Jilguero de América, Jorge Oñate.

Sus presentaciones en tarimas de festival y otros eventos musicales es esperada con gusto por sus seguidores ya que suele desplegar en el escenario un performance en la que abundan gestos burlones, contorsiones, bailecito y animaciones que hacen la delicia de quienes lo alientan y aplauden.

Lo visitamos en su casa de Distracción por donde transita en forma canalizada, un alegre torrente cristalino del Ranchería por toda la mitad del patio y que sirve para múltiples usos de la dinámica de una vida familar.

“Mi mamá me dice que nosotros venimos de esa raza, que yo no debería ser Carrillo si no Rivero porque mi abuelo Eladio “El Culón” era hijo de Nandito (hijo) hijo del propio Nandito El Cubano. Esto me lo confirmó el escritor y periodista Rafael Oñate Rivero, también descendiente de esa línea”… Mi Mamá es Mindiola de Caracolí.

“Me contaron también que ellos, Nando y sus hermanos y los que vinieron con él salieron de Cuba de contrabando en una embarcación de madera hecha por ellos mismos, parece que salían huyendo y que llegando el momento (sic) la esposa de él no se quiso subir”.

Dice Fredy que “los cubanos” (habla en plural) trajeron a esta región (Chorreras, Distracción, Fonseca) además de ñame en Caracolí, el cultivo dela caña de azúcar y el tabaco, que no eran conocido como cultivos de gran extensión si no de pequeñas huertas y que ellos le enseñaron a la gente a trabajar ese rubro de la economía agropecuaria.

Continúa Calencho diciéndonos que muchas personas mayores de su pueblo le decían que ese “swing” ese sabor que él tiene para sus presentaciones y forma de cantar era propia de sus tíos abuelos, tal vez haciendo alguna referencia a los hermanos e hijos del Cubano, algunos de ellos que además de agricultores eran músicos de percusión.

Le mostramos a Fredy el video de la Melcocha, la agrupación que celebra la cosecha de caña en Guasimal, vereda de Manzanillo en Cuba. Su cara de asombro fue inmediata, algo le trajo al instante muchos recuerdos. Al ver el video recordó a sus tíos abuelos quienes tocaban la quijada del burro en las fiestas y parrandas como instrumento de percusión, tal y como lo estaban haciendo en el video que se observa en el este documento. “Ellos (los tíos abuelos) eran los únicos por aquí que tocaban la quijá de burro”… ya no quedan Riveros en Chorrera, nosotros fuimos los últimos en salir.

Nos habló de múltiples descendientes de aquella semilla cubana en Caracolí y Chorreras que se dedicaron a la música como Alejandro Sarmiento, exitoso compositor vallenato, Chiche Arcón, Chiche Badillo un excelso guitarrista de Barrancas, Andrés Vanegas (q.e.p.d) acordeonero, Alcides Daza un percusionista folclórico que formó parte de la agrupación de Pedro Ramaya Beltrán y quien ahora vive en Cali.

Imagen 13. Freddy Carrillo “Calencho”. Fuente: Adrián Villamizar. (Visita).

Imagen 14. Kilmer Peralta guitarrista que conserva rasgos musicales de Nandito el Cubano.Fuente: Kilmer Peralta [Facebook].

Imagen 15. Chiche Badillo. Fuente: Alexander Gutiérrez Pimienta [YouTube].

Una travesía por el cubano

Conocer a Nandito no ha sido sencillo.

Conocer a Nandito no ha sido sencillo. Cuando una mente recuerda y da testimonio de ello, seguramente lo que mi mente será capaz de recordar no se asemejará a ello. Me he imaginado a Nandito en burro, con sombrero de paja, con su acordeón de tornillo de maquina en su pecho y una carretilla de amarrada al burro en donde lleva la palma. Lo veo como sube de Riohacha y llega a Caracolí, y escucho como en cada pueblo que pasaba tocaba el Reloj de los Conservadores, pero antes de empezar tocaba “Panela”, como quien dice pa’ calentá. También como la gente sale de sus casas para avisar que llegó el cubano.

Así como Nandito hizo su travesía para llegar a la península de La Guajira, junto con el Sr. Adrián Villamizar también tuvimos la nuestra. Por mi parte, mi travesía inició cuando escuché por primera vez el nombre de Nandito gracias a mi amigo Luis y descendiente musical de este mismo. Luego pasó por Bogotá, cuando me invitaron a ser parte de este proyecto de investigación. Después hice una parada técnica en Riohacha para conocer a los nietos de Nandito, quienes, por su edad, ya tienen los últimos recuerdos de su abuelo nublados por la distancia entre el pasado y el ahora.

En la capital guajira me contacté primero con Yoemis “Mimi” Ortiz, tataranieta de Nandito, con la intención de conversar sobre lo que su abuela Felicia, nieta del cubano, le había contado de él. Sin embargo, nuestra charla no resultó tan enriquecedora para la investigación, ya que años atrás Villamizar había hablado directamente con Felicia, cuando su mente estaba más clara que el manantial de cañaverales. Como consecuencia Mimi me llevó a conocer a dos tíos abuelos: Nicolas “La Chonta” y Rita Encarnación Mindiola Toro. Ellos con la calidez de quienes parecen conocerte de toda la vida, me compartieron anécdotas y testimonios, incluyendo algunos ya citados.

Allí mismo intenté en varios momentos hablar con otro conocedor de Nandito, pero fue tan complicado que ni siquiera el cielo despejado de Riohacha y el sabroso clima de las 4 de la tarde fueron capaces de motivar una reunión.

Pasé por Fonseca, donde me encontré con Villamizar para contarle sobre los testimonios. Llegué de vuelta a Bogotá y allí fuimos los dos con Andrés Forero a la embajada cubana para contarle a Camila Concepción Martínez, representante de la oficina de Prenda y Cultura, sobre nuestra investigación y cómo podrían ayudarnos desde la embajada a conseguir más información sobre el cubano, en Cuba. Ahora mi viaje me devuelve a Fonseca, donde me he reunido con mi amigo Luis para conversar y reflexionar sobre todos estos temas y, especialmente, para pensar en cómo podríamos honrar la memoria de Nandito, al igual que se ha hecho con Francisco el Hombre, de manera que su legado perdure en las futuras generaciones.

Esta travesía continuará, para que el nombre de Nandito el Cubano se escuché hasta el fin del fin…

Imagen 16. Yoemis “Mimi” Ortiz al lado de su abuela “Felicia Toro”. Fuente: Archivo personal Yoemis.

Imagen 17. Andrés Forero Rueda (Representante del Ministerio de las Culturas), Adrián Villamizar, Camila Concepción Martínez (Representante de la Oficina de Prensa y Cultura) y María Rosa Mendoza. En la Embajada de Cuba. Fuente: Archivo personal María Rosa Mendoza. (Visita).

Continuará…


Agradecimientos especiales: Al Sr Nafer Vergara, Por su invaluable apoyo al facilitar los contactos clave que hicieron posible la realización de las entrevistas para este proyecto. Su disposición, conocimiento y generosidad con su tiempo fueron fundamentales para conectar con las personas indicadas y profundizar en los aspectos más relevantes del trabajo. Gracias por ayudar a abrir puertas y por su compromiso con este proceso, que no habría sido el mismo sin su colaboración.

Imagen 18. Nafer Vergara. Fuente: Archivo personal Nafer Vergara.


Referencias

Acosta, A. (2024). ¡Francisco… el hombre! (A propósito del 54o Festival de la Leyenda Vallenata). Diario la economia.com. https://diariolaeconomia.com/editoriales/item/6569-francisco-el-hombre-a-proposito-del-54-festival-de-la-leyenda-vallenata.

Liska, M. (2017). La música de N u e s t r a Amé r i c a y s u s n o t a s d i s o n a n t e s e n l a s r e l a c i o n e s d e p o d e r . C e n t r o C u l t u r a l d e L a C o o p e r a c i ó n. https://www.centrocultural.coop/revista/21/la-musica-de-nuestra-america-y-sus-notas-disonantes-en-las-relaciones-de-poder