Una semblanza de Heriberto Bermúdez Cuello

Imagen 1. Heriberto Bermúdez Cuello, veterano acordeonero posa frente a la ventana del cuarto donde su madre Ana Bermúdez, transcurre sus años mayores en serena y permanente. Fuente: Adrián Villamizar, 2024. (Visita)

Todos aplaudían a rabiar a aquel mulato altivo y portentoso de biches 30 años, cantor, creador imponente. Hernando Marín Lacouture, poseído de sí mismo se coronaba campeón de la canción inédita en el festival del fique (La Junta, La Guajira 1974) con una obra majestuosa: Vallenato y Guajiro

“Por eso el día que yo muera, son dos cajas pal difunto”.

Con ese triunfo iniciaba la gran historia festivalera de quien el mundo vallenato reconociera como el más grande trovador (por errante, rebelde, libre, prolífico, contestatario genial, improvisador, poeta siempre, multifacético e impredecible cantautor) que haya dado la música vernácula del Caribe Colombiano… Nando Marín “El Ángel Del Camino”.

Humilde, callado, sencillo y detrás del Ángel, con 28 años se encontraba Heriberto Bermúdez Cuello con su acordeón, como fiel escudero de aquel quijote.

Heriberto, este Cacique olvidado tuvo en sus manos la posibilidad de sacar adelante algunas de las tareas musicales más importantes que tuvo la Provincia de Padilla a finales de los 60’s y en los albores de los años 70’s del siglo pasado. Entre estas tareas se encuentras los festivales del Retorno en Fonseca y de Compositores en San Juan Del Cesar.

En su trasegar fue la base y e impulso para otros actores de la música vallenata que crecieron bajo su amparo como el mentao Marín, Diomedes Díaz, Silvio Brito, Franco Argüelles, su hermano Aurelio “Yeyo” Núñez, inmenso compositor sanjuanero y autor de docenas de éxitos musicales que ya son clásicos de la canción vallenata.

Entre estos éxitos se encuentran El Más Fuerte, Te regalo mis Triunfos y La Gota de Fuego (Jorge Oñate) Hasta el Final de la Vida, Listo Pa’ La Foto (Diomedes Díaz) Niégame Tres Veces, Rico Yo (Silvestre Dangond). Muchos otros cantantes y acordeoneros del sur de La Guajira quienes vieron en Heriberto, alguien que alcanzara muy tempranamente reconocimiento, renombre y preferencia de los mejores parranderos de la región.

El origen, un pesebre musical

Heriberto Bermúdez Cuello, nació hace 78 años en Zambrano, corregimiento de San Juan Del Cesar que lleva el apellido de su fundador, José Zambrano, quien lo levantara el 19 de junio de 1819. Descansa esta población arriba de un inmenso barranco en la margen izquierda del río Cesar y bajo la atalaya del crucifijo que un sacerdote capuchino pusiera en la cima del cerro tutelar que lleva su mismo nombre, para ahuyentar la presencia del maligno y aparatos que asustaban a la población.

Imagen 2. Cerro Zambrano. Fuente: Lidia Mendoza Orozco

Imagen 3. Río Cesar a la altura de Zambrano. Fuente: Lidia Mendoza Orozco

Tiempo después otras familias, provenientes de San Juan Del Cesar y Corral de Piedras, aprovecharon su fértil suelo para el desarrollo agropecuario. Los Vega, Bermúdez, Maestre, Fernández, Núñez, Ariza, Orozco, Crespo y Amaya, por mencionar algunos, dieron el impulso inicial de esta despensa agrícola y ganadera de la cabecera municipal. La yuca zambranera, de cutícula delgada, gris y quebradiza, adquiere al cocinarse una tonalidad suavemente amarilla característica y su almidón gomúo de exquisito dulzor, que en la traviesa lengua sanjuanera ha sido comparado por su aspecto, con la jalea de VickVaporub que aún se vende en las colmenas de la región.

De aquellos cruces endogámicos la música vallenata hizo acopio de un exquisito ADN. Personalidades del folclor del Caribe como Alberto Fernández Mindiola (Intérprete de “Te Olvidé”, himno del Carnaval de Barranquilla y voz líder de la agrupación de vallenato en guitarra Boveay sus Vallenatos, quienes le dieran brillo y lustre en el continente americano a las canciones de Rafael Escalona a mediados del siglo XX)y Doña Rita Fernández Padilla (Primera Dama del Vallenato Romántico y autora de éxitos tropicales inmortales como “El Son Del Tren” de Fruko y sus Tesos), así como de la música vallenata tradicional como Rafael Orozco Maestre, Saul Hinojosa, Mario Mendoza, Beto Núñez, Javier Vega Ariza, Aurelio “Yeyo” Núñez, Osman y Sandro Bermúdez, Alexander “El Coco” Oñate y uno de los músicos más completos y talentosos de San Juan Del Cesar de todos los tiempos, Leonardo Bermúdez González.

Todos ellos tienen sus raíces genéticas afincadas en aquel hermoso barrancón del río Cesar. Paisaje, Memoria, Oralidad y Genética, el mismo caldo de cultivo que nutrió a los cantores y juglares provincianos de todos los tiempos… singulares detentores de un patrimonio inmaterial que el universo entero espera que la Nación colombiana pueda preservar.

En esa bucólica aldea de casas de barro y cañabrava como el Macondo garciamarquiano y de ladrillos cocidos hace más de 2 siglos por colonos, descendientes directos de españoles procedentes de Valledupar, creció el niño Heriberto. Hijo mayor de Ana Bermúdez y Gregorio “El Negro” Cuello, quien fuera inconstante en los compromisos con su mujer y su hijo y luego del nacimiento de Genith María, ya cuando Heriberto contaba con 5 años, Ana le cerró definitivamente la puerta del hogar al padre de sus niños y antes de un año se unió definitivamente con Federico Núñez, hermano de otra figura grande dela oralidad primaria de la región como “Beto Núñez”.

De esa nueva unión nacieron 6 hijos, Alfredo (Pale) el mayor de ellos, compositor, Alida, Federico, Aurelio (Yeyo), Dariel y Omaira (fallecida a los 30 años). Heriberto considera a Federico Núñez como su figura paterna por excelencia, por el afecto, el trato, el respeto y las enseñanzas que aquel buen hombre le prodigara.

Imagen 4. Heriberto y su hermano Alfredo “Pale” Núñez le cantan a su madre, Ana Bermúdez.

Un Acordeón Urumitero

Sobre los inicios de su arte musical, uno de los hermanos de madre, Aurelio “El Yeyo” Nuñez, gigante maestro de la composición vallenata nos comentó lo siguiente:

Imagen 5. Aurelio “El Yeyo” Núñez. Fuente: Foto del Perfil de Yeyo en WhatsApp.

“…de pequeñito, cinco o seis años (Heriberto) se levantó con mi papá, Federico Antonio Núñez Crespo, y él (Federico) más o menos macujeaba un poquito el acordeón, porque él compró un acordeón y en los ratos libres donde él trabajaba, al mediodía, en lo que llamaban antes “paneleando”, el campesino comía queso con panela, pan, bollo, y habían unos que tenían flauta (harmónica), otros que tenían acordeón y Heriberto estaba muy pendiente de esa vuelta cada vez que iban a trabajar y entonces en ese forcejeo, él se iba y agarraba el acordeoncito y se ponía a necear y necear y tanto tiempo neceando en un hombre(Heriberto) que le corría la música por las venas, aprendió. Y al poquito tiempo, el acordeonero era él ya desde 9 a 11 años ya él más o menos tocaba y le fue dando y dando, hasta que como de 14 años, de 14 a 15 años ya él tocaba parrandas y esas cosas, y tocaba muy bien lo de Luis Enrique. El mejor alumno de Luis Enrique Martínez, por aquí y en toda la región fue Heriberto…”

El aislamiento relativo de una región agrícola en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta por su cara suroriental, era una tentación para que distintos comerciantes de a pie, con sus carretillas de madera rodarán por las aldeas provincianas vendiendo tradicionales productos del mundo antiguo como los almanaques de Bristol y modernidades (Linternas, Radios, baterías), tan distantes en aquel entonces para unos campesinos que no conocían otra cosa que el azadón, el machete, las noches estrelladas, los cuentos de espantos y los duelos entre decimeros, grandes exponentes de la palabra.

Libreros, teguas y cacharreros deambulaban desde los albores del siglo XX por las aldeas de la llanura caribe y su modelo de venta a crédito, basado en la honorabilidad de los compradores, permitió que un vendedor, procedente de Urumita, La Guajira, a quien Heriberto recuerda como “Tan”, le entregara por cuotas a Doña Ana Bermúdez un acordeón de dos hileras y media que le costara 250 pesos. Es Heriberto, quien nos cuenta:

“Yo desde pequeño, como desde los 12 años quedé asombrao cuando llegaban esos acordeoneros a mi Pueblo. Gume Pitre de Fonseca, Dionisio de Cardonal, el Maestro Arcadio Daza de Corral de Piedra’ y Andrés Mendoza, extraordinario acordeonero, hermano de Colacho Mendoza… como yo ya tocaba un poquito, yo tocaba sus acordeones cuando se descuidaban…y me aplaudían mucho.

Tocaba muy bien La Primavera de Leandro Díaz y obras de Aniceto Molina que se oían en los Pick-ups.”

Imagen 6. Heriberto a los 15 años. Fuente: Archivo personal HB.

Fue tal la rutina y la destreza de Heriberto con el instrumento que en el año 1969, con solo 20 años, alcanzó la final del Festival de La Leyenda Vallenata en Valledupar en la categoría de acordeonero aficionado junto a Egidio Cuadrado y Emilianito Zuleta, finalmente coronado Rey. Heriberto fue varias veces llamado a tarima por los micrófonos de la Plaza Alfonso López mientras se encontraba en una habitación en los brazos de una hermosa dama de Codazzi, abandonado a sus placeres. “De aquí no te vas”, dice que le dijo.

Los caciques del Vallenato

Por aquellos tiempos en un paseo que hubo en el salto de Corral de Piedras, a orillas del río Cesar, Heriberto de aproximadamente 15 años, fue escuchado por el compositor y empresario musical riohachero Lenín Bueno Suárez quien sorprendido por las habilidades del adolescente convenció a sus padres para que le permitieran viajar a la capital de La Guajira y pudiera amenizar los bailes y eventos que se desarrollaban en un estadero-balneario que Lenín tenía frente al mar.

Cuenta Heriberto: “Me llevé a ‘Chencha’ Herrera, buscamos batería, tumbadoras, y Lenín le puso al conjunto LOS ALEGRES PROVINCIANOS… y si caímos bien en Riohacha… después de meses… allá llegó Gume Pitre de Fonseca. Ellos tenían un conjunto que se llamaba “Los Corsarios de La Guajira” y Jesús ‘Chú’ Torres, acordeonero y vocalista de la agrupación se había retirado, entonces dijeron: Ese (yo) es el que necesitamos y el conjunto pasó a llamarse LOS CACIQUES DE LA GUAJIRA en 1968”.

Imagen 7. Heriberto. Fuente: Cortesía Hermes Francisco Daza.

El formato musical de Los Caciques respondía a las formas exitosas de entonces como las de Los Corraleros de Majagual y Aníbal Velásquez, mezclando en su repertorio vallenato tradicional, que ellos preferían llamar “música provinciana” y música tropical bailable (paseaitos, porros, pasajes) que se acompañaba con instrumentos de viento como trombón, saxofón y trompetas.

Sus integrantes compartían responsabilidades interpretativas tanto en lo instrumental como en lo vocal y en la creación y arreglos.

Heriberto recuerda a varios de sus compañeros de Los Caciques:

Trombón: Gumercindo Pitre (Fonseca)

Trompeta: Manuel María (Villanueva)

Saxofón: Lorencito Torres (Urumita), luego reemplazado por Remberto

Bajo Electrónico: Julio Vásquez (Fonseca)

Guitarra Eléctrica: Pablo Ariza (La Junta)

Timba: Alfonso Rincones (Fonseca)

Batería: Alfredo Mendoza (Fonseca)

Caja: Alcides Huertas (Fonseca, hermano de Carlos Huertas)

Guacharaca y vocalista: Agustín Romero (Fonseca)

Cantante: Fabio Corzo (Fonseca)

Imagen 8. Foto del archivo personal de José Hilario Gómez Toncel: Los Caciques y amigos provincianos en Bogotá durante la grabación de su único larga duración: De pie y de izquierda a derecha: Alfonso Rincones, Pablo Ariza, Salomón Gómez Abuchaibe (amigo), Jesús Torres, José Hilario Gómez (acordeonero amigo), Julio Vásquez, Heriberto Bermúdez y agachado, en el suelo Remberto.

Heriberto se mudó a Fonseca donde formó un nuevo hogar y fueron casi 10 años de toques y presentaciones ininterrumpidas por toda la Provincia de Padilla, Riohacha, Valledupar, Cartagena y Santa Marta.

Auspiciados por el compositor y empresario Jaime Guerra Madrigal, Los Caciques grabaron para discos La Perla de la casa Phillips en 1979, un solo de larga duración, “Las Muchachas de mi Tierra”, que les dio aún más renombre.

Imagen 9.

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Se destacan en el disco “El Piojo” de Chema Gómez, en su primera versión, muchos años después exitosa en la voz de Iván Villazón y Los Reyes de Tijito Carrillo.

El gran Maestro de la música de acordeón del Caribe Don Ismael Rudas Mieles se refirió así sobre el Long Play de Los Caciques: “Es una bella producción que disfruté mucho, muy propio del estilo de Corraleros de Majagual, con la diferencia que la guitarra eléctrica hace gran presencia en este disco… muy buen formato… bonito, gustoso, agradable”.

Imagen 11. Ismael Ruedas Mieles. Fuente: Archivo personal de Ismael.

Al respecto del valor musical de Los caciques, comenta Yeyo Nuñez: “No tenían rival por ahí compadre, era la novedad… ahí comenzó él, y a los pocos tiempecitos ya era don Heriberto, todo ese tiempo que estuvo con los caciques de la Guajira fueron muy poquitas las veces que alcanzaba a venir a Zambrano a darnos vuelta, (3:32) o a hablar, a pasarse un día, porque los compromisos no lo dejaban”.

Y en pleno apogeo de la agrupación, la casa disquera intentó negociar un contrato de exclusividad para 12 años y al menos 4 trabajos discográficos con su representante, el cantante Fabio Corzo quien, de forma inexplicable para el resto de sus compañeros, rechazó la oferta. Los miembros del grupo lo querían linchar (figuradamente): “acabaste con nosotros” le espetó Heriberto.

Aquel desencanto y el desgaste natural de las dinámicas del espectáculo, junto a la muerte de algunos de sus integrantes fueron desintegrando poco a poco a los Caciques de La Guajira.

Samuelito y el encuentro con Nando Marín y Diomedes

Muchos personajes se disputan el honor de haber ‘sacado’ de El Tablazo, La Guajira al gran Nando Marín. Que si Caco Coronel, que si Joseito Parodi, que si Orlando Cuello, que si este o aquel. Un hecho (facto) incontrovertible será la presencia de Heriberto Bermúdez con su acordeón acompañando al trovador en sus primeros escenarios públicos y mediáticos como el recordado Festival del Fique en La Junta (Vallenato Y Guajiro).

Imagen 12. Joseito Parodi abordo de Samuelito. Fuente: Documental “El Kiosko Parrandero” (2011).

Cuenta Heriberto que cuando se fue diluyendo la vigencia y preferencia entre el público de Los Caciques de la Guajira, él se fue para Corraleja (zona rural de San Juan Del Cesar al pie de la cordillera de Los Andes) a sembrar un frijol. Mientras atendía el cultivo era normal que los fines de semana saliera a parrandear por los pueblos cercanos.

Nos dijo que Joseito Parodi (q.e.p.d.) quien también tenía intereses en la zona y, además, era mecenas (siendo económicamente inviable) de casi todos los músicos de la región. Por su Kiosko parrandero de su casa en San Juan del Cesar, pasaron y se formaron grandes figuras del cantar vallenato como Sergio Moya Molina, Roberto Calderón, Máximo Movil, Miromel Mendoza y el mismísimos Nando, una verdadera universidad de poesía romántica y costumbrista que fue la matriz que parió al Festival Nacional de Compositores de Música Vallenata.

Imagen 13. Nando Marín. Fuente: Foto Sitio Wen SAYCO.

En una ocasión venía Parodi a bordo de su campero de color rojo, modelo Jeep de la compañía Willys-Overland Motors, de la época de la segunda guerra mundial y pasando por Corraleja, reconoció la figura de Heriberto:

“Ve Heriberto ¿y tu que hacei por aquí? Vení pa’ ca” gritó Joseito.

Heriberto montó de copiloto a bordo de aquella máquina a quién él mismo bautizara como “Samuelito”, haciéndole honor al gusto que Parodi sentía por el paseo “La Loma” del juglar pasero Samuel Martínez. Llegando Jose y Heriberto a El Tablazo, pararon a beber café donde ‘Juanita’. Al frente había unas personas reunidas.

Cuenta Heriberto: “Cuando esos señores vieron que nosotros llegamos vinieron donde estábamos… ¡Heriberto! ¿usted por aquí? estaban allí Marín y el Caco Coronel… dijo Marín: Yo quiero componer, pero me hace falta un acordeonero para inspirarme mejor… Tengo una sola canción que se la compuse al acueducto de Cañaverales en protesta y la cantó allí mismo… y entonces dijo José Parodi: El domingo nos venimos con Máximo Movil y nos traemos un cajero y un guacharaquero y así fue, comenzamos a parrandear tempranito y ese día me conseguí una hembra en El Tablazo… y entonces dije que yo quería sembrar algodón también, porque Joseito sembraba allá y dijo Donaldo Rumbo: esas diez hectáreas que están ahí cerca de la carretera, agárrela para que la siembre y dijo Marín: ¡Bueno, si es serio, yo tengo un tractor ahí y le hago el trabajo y le sirvo de fiador en la Federación! Y así fue y me la pasaba en El Tablazo y un día me dijo que tenía una canción, Vallenato Y Guajiro y que la había inscrito en el festival de La Junta y lo acompañé”.

Fue así como se conocieron y la química inmediata entre aquel muchacho altivo y seguro de su poder musical y Heriberto Bermúdez, generó la posibilidad de que Nando, como cariñosamente fuera conocido, pudiera pisar duro en el escenario regional con un acordeonero prestigioso.

En sus andanzas y caminos por los alrededores de la Provincia, Heriberto visitó varias veces a Los Pondores, La Peña, La Junta y otros caseríos de San Juan. Fue amigo y departió en La Junta y Carrizal con el juglar Martín Elías Maestre Hinojosa, tío de Diomedes Díaz quien desde muy pequeño se aferraba a las virtudes musicales de su tío intentando dominar sus secretos del verso y el canto. Cuenta Heriberto que estando ya en menesteres de acompañante de Hernando Marín, Diomedes se había ido a estudiar a Valledupar.

Imagen 14. Diomedes Díaz. Fuente: Foto Carátula del disco MI HERENCIA MUSICAL.

Cursaba bachillerato en la jornada nocturna del Colegio Nacional Loperena y laboraba en el día de mensajero para Radio Guatapurí. Vivía donde una Tía en el Barrio San Joaquín. Una tarde en que Heriberto se encontraba en la emisora, el locutor Isaac León Durán propuso que Heriberto y Diomedes se unieran. El Cacique de la Junta y el antiguo Cacique honoris causa de Fonseca eran una dupla llamativa. Nos cuenta Heriberto que Diomedes estaba ya ensayando con “Carmencito” Mendoza, de María Angola, población cercana a Valledupar y reconocido acordeonero de los Playoneros del Cesar, agrupación musical ya disuelta para aquella época.

Isaac León en persona fue con Heriberto a buscar a Diomedes y el entusiasmo y beneplácito del Cacique fueron inmediatos. Se dirigieron luego a la casa de Sergio Moya Molina donde comenzaron a ensayar y fueron promocionados por la emisora con sus locutores estrellas, Nando Morales e Isaac León para su primera caseta (fiesta popular bailable) en La Junta en 1974. Aquel fue el debut profesional de ese monstruo musical que forjo una de las columnas centrales del edificio de la música vallenata.

Afirma Herberto: “duramos como mes y medio ensayando cuando de pronto un día, estando yo en San Juan me avisaron que Diomedes se había ido a grabar con Naferito Durán… Yo tenía como tres acordeones y los vendí y me fui para Venezuela… Como al año vine y me llamaron; había dos señores sentados ahí cerca a la tarima (Plaza Santander, San Juan Del Cesar):Heriberto, Heriberto, Heriberto… Eran Diomedes acompañado por William Fuentes(acordeonero)… ¡ay, ombe Heriberto estoy arrepentío! Heriberto le contestó: “A mí no mevai a hablá de eso… nosotro’ teníamo’ un trabajo bien hecho que no se podía cambiar por nada…”

Heriberto dejó a Diomedes con la palabra en la boca, dio media vuelta, regresó a Venezuela y nunca más volvió a ver al Cacique de la Junta. La vida y sus algoritmos. Esa relación inicial con Joseito Parodi y Samuelito le dieron el honor a Heriberto de ser el acordeonero oficial (de planta) del Primer Festival Nacional de Compositores de Música Vallenata en 1977, distinción que también había ejercido ya acompañando las canciones inéditas que se presentaron en los primeros Festivales del Retorno en su otra casa, Fonseca.

Se perdió su rastro musical en Venezuela desde donde venía ocasionalmente a visitar sus seres queridos. Allá se dedicó a la venta de muebles de madera junto a uno de sus hijos y tuvo una vida relativamente tranquila.

42 años sin abrir un acordeón

Nos consta. Encontramos a Heriberto hace 13 años en San Juan y lo invitamos al rodaje de un documental sobre el kiosko parrandero de José Parodi (Ver Documental) dirigido por el director payanes Carlos Hoyos Buchelli. Fue muy complicado que aceptara salir de la casa materna, tuvimos que abordarlo por la vía de recuerdos de un tiempo feliz donde era reconocido y campeaba en los rincones de la Provincia. Pudo al fin llegar e iniciamos la grabación junto al anfitrión y su hijo Moises “Polly” Parodi, Alfredo “Fellín” Gámez, Álvaro Alcides Álvarez, Lucho Gutiérrez, Pablito Ariza, Miguel Gámez y el gran Sergito Moya Molina.

Heriberto con cara desajustada intentó pulsar el acordeón de Fello y no se sintió cómodo. Sus manos no encontraban viejos senderos de botones que alguna vez lo llevaron a la cúspide del gusto popular. Igual situación vivió Don Pablo Ariza con la guitarra y fue entonces Lucho Gutiérrez, con la otra guitarra, quien tomó la bandera y junto a Fellín rescataron aquel encuentro que parecía más un réquiem por el otrora epicentro del cantar sanjuanero que una exaltación para el legado del gran José Parodi. Heriberto no duró más de media hora y excusándose por cualquier cosa dijo que tenía que ir a ver si la puerca había puesto.

Un silencio lo rodeo desde que se fue para Venezuela y ni si quiera un momento memorable como aquel pudo despertarlo. Su modo de vida había cambiado drásticamente, olvidándose hasta de sí mismo y de su esencia musical.

El sostenido descenso de las condiciones de vida en el hermano país y la precarización de la salud de doña Ana Bermúdez, lo hicieron regresar a San Juan, donde ya pocos lo recordaban, solo aquellos viejos parranderos mayores de 60 años quienes podían atesorar los recuerdos de sus gestas, estaban en condiciones de darle una mano en tiempos difíciles.

Fue cuando la Junta Directiva de la Fundación del Festival Nacional de Compositores de Música Vallenata decidió homenajearlo en la edición X LV del Festival en 2022, junto a otros acordeoneros como Mauro Milian, Rubén Orozco y Alfredo “Fellín” Gámez llevándolo a la tarima Juancho Rois para el aplauso de su pueblo y para entregarle un acordeón de Hohnner de 3 hileras el cual no ha parado de tocar desde entonces retomando viejos bríos musicales y por el cual ha vuelto a animar parrandas y se ha convertido en su amigo inseparable. En las imágenes 14 y 15 se observa a Heriberto posando con una foto de su juventud y con su actual acordeón.

Imagen 15. Fuente: Adrián Villamizar, 2024. (Visita)

Imagen 16. Fuente: Adrián Villamizar, 2024. (Visita)

El hijo bueno vuelve a casa

Heriberto pasa actualmente sus días en la casa materna del barrio Loma Fresca en San Juan Del Cesar, en medio de una humildad franciscana y acompañado de sus hermanos Dariel, Alida y Pale, con frecuentes visitas de su hermano Yeyo y con la atenta mirada hacia el dormitorio de su progenitora, quien reposa tranquila y asistida en unos años apacibles sin poder valerse por si misma.

Tuvo Heriberto 12 hijos con 6 parejas distintas y formó 2 hogares, uno en Zambrano donde siendo adolescente de 16 años se casó con María Clara Plata cuando ella solo tenía 13 años, los hijos de esa unión Belsy y Heriberto José viven en Bogotá y Caracas respectivamente.

De su paso por Fonseca quedó la unión con Gloria Aragón. Cuatro hijos varones tuvo con Gloria: Edilberto “Beto” compositor y ganador de varios festivales de canción inédita, dueño de un prolífico cancionero, actualmente gestor cultural en Albania, La Guajira; Eduar quien vive en Barrancas; Elkis quien vive en San Juan y se ve frecuentemente con su padre y Edwin, el menor quien falleció hace unos años de muerte violenta en Santa Marta.

Imagen 17. De izquierda a derecha sus hijos Elkis; “Pifi” (el perro);“Eduardo; Beto; Heriberto y Aldeir Bermúdez (nieto, hijo de Beto). Fuente: Beto Bermúdez, hijo.

También en Fonseca con Annis Pinto tuvo un varón: Keinel y dos mujeres: Noraine “La Chicha” y Niurka. Tuvo tres hijos más uno en Distracción, otro en Buenavista y otro en Los Pondores, con quienes tiene escasa comunicación. El paso de Heriberto de la notoriedad absoluta en una región que despertaba a la música en la época dorada del vallenato, al olvido popular y mediático de estos tiempos, es una historia común entre las decenas de miles de detentores de la manifestación cultural a lo largo de su historia. La variación en el gusto por estilos modernos y el cambio de las funciones sociales de una música originalmente campesina, en ocasiones cubre de ostracismo a quienes renuncian seguir el ritmo que los tiempos imponen. ¿Dignidad, terquedad, negligencia o creencia plena en convicciones puras? Sentimos que es más la fe en lo propio lo que puede hacer que personajes del talento de Heriberto no den su brazo a torcer y prefieran morir con ‘La Suya’ antes de doblegarse por exigencias externas.

A pesar de ser un hombre afable y de buen ánimo, está claro el golpe que le dieron las decepciones que vivió cuando estaba en su mejor momento han hecho mella en él. Si bien su hermano Yeyo se alegra de que nuevamente esté tocando en parrandas y se gane sus pesitos. Este hombre talentoso con una riquísima historia musical y tanto por contar vive en muy humildes condiciones y por más que nuevamente esté en el ruedo, hay muchos componentes sociales y afectivos que inciden para que el bienestar de este como de tantos otros detentores de esta manifestación cultural Patrimonio Inmaterial de Colombia y la Humanidad que necesitan canales independientes de difusión de sus obras y talentos, para no depender del main stream mediático que privilegia otra clase de contenidos y figuras. La Nación tiene herramientas y espectro fotoeléctrico para la radiodifusión y televisación de obras y documentales que capturen los testimonios de artistas y hacedores grandes como Heriberto que no deberían quedarse en el recuerdo de pocos y en el olvido de muchos como el último Cacique de la Guajira, el Cacique Olvidado.